Celeste
La hechicera era impactante. Tenía un pañuelo que le cubría el cabello oscuro, y sus ojos brillaban tanto que parecían emitir luz. Valerius había mostrado su verdadera motivación: era una venganza, y tenía que ver con la familia de Alaric. Las hechiceras parecían ser solo un medio para un fin. Mi amor me mantenía oculta; yo daba vistazos como podía. Él tenía el poder de mi rey… se podría decir que lo tenía todo. Índigo nos observaba atenta, no sabía si escuchaba, pero supe que haría lo que pudiera para sacarnos de aquí.
Recordaba cuando Alaric hablaba de su madre, ese tono en su voz lleno de melancolía, de una pérdida tan grande que no se podía explicar. Y cuando me mencionaron, me asomé y Aldana se quedó con la boca abierta; un destello pasó por sus ojos. Ella sonrió como si el resto no importara, como si ese pequeño dato rivalizara en importancia con todo lo que había dicho el viejo vampiro. Asintió con la cabeza, como si me reconociera. Estaba feliz, pude sentirlo, y sentí