Alaric
Me había quedado hasta tarde con los preparativos. Estaba todo dispuesto, solo me quedaba una cosa por hacer para asegurar la seguridad del castillo y de todos. Realmente, la corona es pesada para quien tiene que llevarla, pues cuando yo quería quedarme simplemente pensando en ella, llorando por ella. Pero tenía que estar atento a resolver los últimos detalles y prever todo lo que podría suceder en el reino, con miles de vidas que dependían de mí. Rogaba a la luna que mi amor resistiera, que me esperara, cuando sentí un dolor asfixiante. Caí de rodillas; cada parte de mi cuerpo sufría un dolor impronunciable, cada célula la reclamaba.
—¡Mate, mate! —aulló Roy, como si el mundo se hubiese acabado. Sentí a ella halar nuestro vínculo, como si fuese una cadena que nos uniera en los corazones, Roy fue hasta el otro extremo, dándole lo que tenía. Y cuando el dolor cesó, solo había tristeza. Mi cuerpo se derrumbó agotado. Roy lloraba y clamaba por ella, y yo le susurraba que estaba vi