Cuando Emma envió el mensaje, tranquilamente dejó la computadora y cogió su teléfono celular. Accedió a su historial de llamadas y seleccionó la última llamada. Ella esperó pacientemente a que su interlocutor contestase.
– Hola, ¿Amélie?
– Buenas noches querida, ¿cómo estás? respondió la otra voz al otro lado de la línea.
- Está bien ! ¿Cómo está Michael?
- Está bien ! ¿Y William está de tu lado?
– ¡Detente, Amélie!
- Qué ? —se burló el otro al otro lado de la línea.
-Ya sabes de qué estoy hablando. Preguntar por William dice mucho.
– ¿Y cómo?
- ¡Ah, ya sabes! Pregunté por Michael y...
- ¿Y qué hiciste a cambio?
– ¡Detente, Amélie! William y yo no estamos enamorados y eso nunca sucederá.
– ¿Y por qué?
– Porque es absurdo e ilusorio enamorarme de un desconocido que nunca he conocido antes.
- Es cierto ! Entonces dime ¿estás en casa?
- Sí ! Estoy disfrutando de la hermosa vista.
- Oh sí ! Entonces, ¿me llamaste para preguntar cómo estaba?
- Sí ! Y también para recordaros que nuestra reu