Una sonrisa iluminó el rostro de la joven mientras respondía:
– Habla, me encanta escuchar la melodía de tu dulce voz.
Ante esta palabra, William tosió otra vez.
— Por favor, Emma, sentí la necesidad de expresarte mis sinceros sentimientos.
Hizo una pausa mientras Emma lo observaba, ansiosa por escuchar lo que tenía que decir a continuación.
– Desde que nuestras miradas se cruzaron por primera vez, mi vida cambió. Desde aquel día has alegrado mis días y hecho brillar mis noches. Tu sonrisa me hace feliz y tu presencia es encantadora.
Una vez más, William hizo una breve pausa antes de continuar:
– Me enamoré de ti, Emma, de una manera que nunca imaginé. Has capturado mi corazón y mi mente, y no puedo imaginar mi vida sin ti. Ahora sólo hay una cosa que me llenaría de felicidad: compartir todos los momentos preciosos contigo.
Una vez más, hizo una pausa y agarró ambas manos de Emma.
– Quiero ser quien te apoye en tus ambiciones, quien te escuche cuando lo necesites, quien te consuele en