Especial. Úrsula, Andrea y Vladimir.
Especial. Úrsula, Andrea y Vladimir.
El burdel de Úrsula no tenía ningún nombre, no lo necesitaba. En aquella pequeña manada del sur, todos sabían dónde encontrarlo: una casa de madera con faroles rojos que parpadeaban como luciérnagas cansadas, y una puerta que nunca cerraba del todo. Allí, entre cortinas raídas, risas fingidas y perfumes baratos, Úrsula reinaba como madame, una sombra de lo que alguna vez fue.
Había sido Luna. Hermosa, altiva, con la espalda recta y el mentón siempre en alto. Tenía sueños de reinos, de poder, de respeto. Pero los años, las traiciones y su obsesión por un amor que nunca le perteneció la habían arrastrado a este rincón olvidado, donde el sudor, la resignación y el olvido eran moneda corriente.
Su hija, Andrea, había partido hacía mucho. Ella misma la había abandonado por saciar sus ansias de poder. La dejo sin mirar atrás, y ella se quedó con una rabia que la había acompañado desde niña, como una loba silenciosa que nunca la soltó. El día que Úrsu