Celeste es una chica huérfana en la pobre manada de los Lobos Rebeldes. Huye de su hogar porque su tío, el alfa, quiere casarla con un vampiro temible que solo quiere aprovecharse de ella, ya que dicen que es descendiente de hechiceras, aunque ella nunca ha mostrado ningún poder. Pero, durante su huida, termina en manos de su peor adversario: el Rey de todos los Lobos, quien considera a su manada enemigos y la tiene prisionera bajo su poder. El rey Alaric es un lobo antiguo amargado y violento que se ha dedicado a cazar a todos aquellos que han estado en su contra, pero con la pequeña Celeste no sabe qué hacer. Por un lado, la odia por hechizera y quiere acabar con ella... por otro, no puede alejarse de ella. Tiene muchos enemigos y que alguien le importe, es un lujo que no se puede dar. ¿Pero qué puede hacer cuando su peor enemigo es la persona destinada a estar con él? ¿El Rey poderoso estará dispuesto a sacrificarlo todo por una pobre humana?
Leer másAlaricDicen que cuando un lobo marca a su mate se vuelve más poderoso y más obsesionado, apasionado y enloquecido con ella. No sabía si era más poderoso y poco me importaba; ella tenía poder por ambos y con eso bastaba. En cuanto a lo segundo, no tenía dudas: yo y mi lobo estábamos desbocados. No sabía cómo iba a poder seguir mi día a día sin estar pegado a ella. No pude dormir, solo quería ver si ella estaba bien“Me habías prometido una noche larga, una mañana y quizás una tarde” me había recordado en cuanto despertó luego de marcarla. Ya era de madrugada y la había besado, poseído y hecho gritar varias veces.—No sé si estoy dormida, despierta, es de noche o estoy en el paraíso —murmuró ella, aún con los ojos cerrados. Besé su cadera, subiendo por su ombligo, mordiendo ligeramente entre sus costillas. Quería dedicarle atención a cada parte de su cuerpo. Me había dedicado a unas en especial… pero todo el cuerpo de mi cielo merecía la misma consideración.—Ya ha amanecido y estás co
Celeste —¿Cómo logramos escaparnos tan rápidamente? —me reía mientras él me conducía más allá de la cocina. Mis ojos se posaron en ese jardín que conocía tan bien, aquel lugar donde solía recolectar mis plantas para elaborar mis pociones, en tiempos en que no sabía quién era realmente.—Fue un regalo hermoso de parte de mis guerreras. Ellas sabían a la perfección cuándo necesitaba estar contigo... O quizás se estaban anticipando a lo insoportable que podría llegar a ser si no conseguía lo que deseaba —me recostaba suavemente contra la pared y me ofrecía un beso apasionado. La ceremonia había sido gloriosa, repleta de elegancia y adornada con la presencia de los personajes más relevantes. Mi amor lucía tan perfecto, el rey rojo, el elegido por la profecía. Cualquiera que se atreviera a mirarlo no dudaría en que había nacido para ser rey. Todos los alfas estaban arrodillados, junto a todas las demás criaturas, mientras él y yo nos tomábamos de la mano, jurando proteger a cada uno de e
Alaric —Debí haber insistido en que la ceremonia de mate se hiciera antes que la coronación —gruñí.—Tiene que ser primero para que su mate sea la reina —indicaba Freya mientras acomodaba mis anillos y mis joyas.Rachel sostenía la nueva Eterna. Miré de reojo hacia la entrada y vi a Elías y a Diana. La joven guerrera ya estaba tomando su lugar en el castillo. Amelia había regresado con su clan, lo que era lo correcto. La extrañaba, por supuesto, pero siempre venía si necesitaba consejo. Y Diana había mostrado tanto valor siendo tan joven.—Yo ya soy un rey. El Rey Rojo. El rey de todos los lobos. El Alfa de una hechicera grandiosa. El único que queda de los lobos originales —contesté molesto. Mi querida ni se inmutó ante mi arrebato. Habían sido varios desde que se acercaba la fecha de la ceremonia.—Así es, Su Majestad, y no está mal que el mundo y los lobos lo recuerden. Con todo lo que ha pasado, al parecer, necesitan que se lo refresquen varias veces —decía ella como si nada. Mi
CelesteEl bosque parecía respirar conmigo. A mi alrededor, los árboles se alzaban como guardianes silenciosos, sus hojas susurrando secretos ancestrales. La luz de la luna se filtraba entre las ramas, pintando la hierba con un resplandor plateado. El lugar estaba adornado con guirnaldas de flores azules y blancas, cuencos de cristal llenos de agua luminosa y pequeñas antorchas flotantes que emitían una luz suave y mágica. Era el bosque que plantó mi señor, mi rey, mi mate, y me reconocía. Esta ceremonia era exclusiva para cuando una hechicera se unía en matrimonio, y el doble de especial si era una pareja destinada. Nunca supe de esto, pero estaba profundamente emocionada.Nana se acercó a mí con una sonrisa llena de sabiduría. A su lado, mi madre, Índigo, tenía los ojos brillantes de emoción. Ambas vestían túnicas de un azul profundo, adornadas con símbolos bordados en plata que representaban la luna. Eva se sentó contenta junto a las otras hechiceras, jóvenes hijas y nietas de Berta
Eva"La Grandiosa Dama de los Secretos y las Sombras" "Ilustre Guerrera de la Infiltración Épica" "La Legendaria y Grandiosa guerrera del Valor Eterno" "Portadora de la Osadía Legendaria e Inigualable y ligeramente humilde guerrera" "La Grandiosa y Absolutamente Impresionante Domadora del Destino"Esos habían sido algunos de los nombres con los que me iban a dar el reconocimiento por... bueno, básicamente haber salvado a los lobos, vampiros y el reino en general, el mundo dirían algunos. Pero me había decidido finalmente por “Portadora de la insignia real legendaria, Ilustre Guerrera del Valor Eterno”. Ya no sería la ex mercenaria, sería ilustre Guerrera para hacer más corto mi gran nombre.Tuve una ceremonia preciosa donde se alabaron mis hazañas, mi valor, mi historia, y el rey dio un magnífico discurso contando cómo había actuado a su pedido y cómo desempeñé mi rol de espía hasta el final. Todos dieron sus testimonios, me entregaron una bellísima espada y se colocó mi nombre en
Alaric—Entonces, la ciudad ofrece más cosas de lo que imaginábamos. Esos pasillos subterráneos no fueron creados al azar —indicaba Índigo, asombrada, mientras Fabrizio y Margarita contaban lo que habían visto en la ciudad.—O quizás aprovecharon las cuevas que ya estaban para hacer el escondite perfecto. Debilita a las brujas, no pueden utilizar sus poderes —expliqué.—Así es. Incluso los lobos se ven afectados. Alfa Damián también ha comentado que sus sentidos son más débiles ahí, y yo mismo lo experimenté. Muy lentamente, casi ni me di cuenta —comentaba Fabrizio, quien tomaba la mano de su amada.—Ni siquiera las hechiceras sabíamos de ese lugar, solo algunas pocas. Cuando Valerius mencionó que la Madre Hechicera había dejado un sitio oculto, entendimos de qué se trataba —comentó índigo—. Yo misma fui a ver. Al inicio, él estaba obsesionado con encontrar algo de ella y quería utilizar el poder de todas para traerla de vuelta, aun cuando no sabíamos sus planes. Intentó utilizar a Lu
Fabrizio—¿Estás seguro de que esta es la forma en que quieren pasar su luna de miel? — preguntaba Damián mientras caminábamos por los pasadizos debajo de la ciudad.Toda la boda en sí había sido agotadora para mi amor. Debía calmar mi paso, que ella era una humana, que estuvo bajo un hechizo especial, pero seguía siendo humana. Esa noche, Margarita cayo agotada y yo pasé la noche viéndola. Observando el anillo que ahora estaba en su dedo, su vestido de novia, que yacía sobre uno de los sillones, y todos los detalles que hacían que mi amor fuera mi amor. Margarita había quedado completamente estupefacta con ciudad Ónix. Sabía que iba a ser un gran cambio: el ruido, la cantidad de información, tantas cosas por ver la habían perturbado, y supe que esto era lo que más quería conocer. Celeste había mencionado el lugar antiguo y, tanto mi esposa como yo, compartíamos la curiosidad por lo desconocido. Mi esposa…sentía que podía perder la razón solo de pensar en que, en efecto, ella era mi e
Fabrizio—La diosa luna no abandona a sus hijos, y cuando alguno encuentra a su compañero, debemos llenarnos de alegría. Esta pareja ha esperado por siglos para ser bendecida, para encontrarse y vivir la vida que debieron disfrutar desde hace ya un tiempo. Pero quizás el destino no comete errores, y aquí estamos todos juntos para ser testigos del amor de Fabrizio y Margarita. Ellos perdieron a sus familias hace mucho tiempo, estuvieron solos en la tierra esperando encontrarse, y, sin embargo, aquí están, rodeados de tantos. ¡Tantas personas que han venido de lejos, que han dejado sus manadas y sus casas, porque esta pareja, porque estos dos seres los han conmovido hasta lo más profundo! —decía Nana. Yo hacía todo lo posible por no llorar, pero a mi alrededor escuchaba murmullos contenidos y narices soplándose. —Nana, por favor... Vamos a salir horribles en las fotos con los ojos hinchados —susurraba Eva, limpiándose las lágrimas. Nana la miró como si fuese una abuela reprendiendo a u
Fabrizio—Te ves demasiado tranquilo, amigo. No pareces un hombre que va a jurar amor eterno a su compañera enfrente de todos en pocos minutos —dijo Amelia mientras ajustaba mi corbatín. El señor Giacomo me rodeaba, revisando los últimos detalles de su obra maestra, como él la llamaba: mi traje de boda. Era oscuro, y tenía una condecoración de Su Majestad, y una margarita en la solapa.—En mi mente, yo le juré amor eterno a ella desde el primer momento en que la vi —respondí. Mi señora resopló. Ya no lucía el uniforme de guerrera de Su Majestad, sino un traje azul, brillante y fantástico.—Juro que parece que siempre tienes la respuesta correcta, Fabrizio El Sabio —dijo riéndose de mí. Pero yo lo decía en serio. Habíamos vivido como compañeros, nos habíamos conocido, trabajamos juntos asesorando a Sus Majestades… solo nos quedaba prometernos bajo la luna y vivir en aquella casita juntos. Para mí, ella había sido mi dueña desde hace mucho tiempo.Desde el momento en que Celeste había vu