Eva.
–¿Zoé? ¿Qué haces aquí? – cuestiono con intriga.
–Eva, ¡Hola! – ella corre hasta donde yo estoy y me abraza – ¡Por Dios santo! ¿Dónde estabas metida?
–¿A qué te refieres? – ella no me suelta y casi que no me deja respirar bien tampoco.
–Hemos estado tratando de localizarte, ¿Dónde estuviste anoche? Tu teléfono suena y suena y va a buzón, tampoco estabas en casa, estábamos todos desesperados – me mira con preocupación.
–¿Todos?
–Si, Aaron y yo, hemos estado toda la noche tratando de encontrarte, amiga, ¡Nos tenías con el credo en la boca!
–Espera, ¿Pasaste la noche aquí?
–Si, bueno… – se aclara la garganta – no toda la noche – se lleva un mechón de cabello detrá