Eva.
–Hora de volver a la puta realidad – me digo a mi misma mientras me pongo de nuevo el vestido negro sucio y vomitado.
Dejo el pijama tirado a un lado de la cama, Eros seguramente tiene a alguien para levantarla, doblarla y lavarla, ¡Aunque sabrá Dios si no las bota! Suelto un suspiro y me acerco a la ventana donde se ve el alba, apenas está amaneciendo, pero Eros es coronel de un ejército, probablemente ya debe estar despierto.
Me hago una coleta alta en el cabello y refunfuño haciéndome una nota mental para no volver a dejar que nada como lo que pasó anoche me vuelva a suceder. Es hora de poner los pies sobre la tierra y de recordarme a mí misma que soy una mujer comprometida y que además soy una capitán que debe mantener el decoro.
Corro hasta la puerta de la habitación cuando oigo que la cerradura se mueve.
–Buenos días, Eva