Destruirnos
Gina
El agua de la bañera estaba tibia y Alessio recorría mi cuerpo con la esponja para quitar los residuos de pintura. Se sentía maravilloso. Esta intimidad con él no tenía comparación alguna. Nunca antes me sentí tan plena y jamás sentí tantas emociones juntas. Ahora comenzaba a entender que no importaba dónde estarías, siempre y cuando estuvieras con la persona indicada, sería el lugar ideal.
—Creo que debería regresar a casa.
Alessio detuvo lo que hacía y me sentí huérfana.
—Quédate conmigo —suplicó.
Me giré y agarré su rostro entre mis manos.
—Sé que decir a estas alturas que vayamos despacio es una estupidez, pero necesito que me extrañes, que desees estar conmigo. —Lo besé con suavidad—. Adem&aacu