Presente
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de Xavier; no podía apartar la mirada de la madre de sus hijos. El rostro de Elizabeth era un poema de agonía.
—¡Mami! —exclamaron los niños al unísono al verla, pero no se molestaron en ir a recibirla, estaban embelesados con los nuevos juguetes que Xavier les había traído.
—Mis amores, ¿están bien? —preguntó Elizabeth, y ambos asintieron, sin mostrar ni un ápice de dolor. Los niños parecían encantados con el desconocido, asombrados por los juguetes y la atención que Xavier les brindaba.
A Elizabeth le temblaban los labios, incapaz de pronunciar palabra. Se restregó los ojos, como si pudiera borrar la imagen que tenía ante ella, que se sentía como una pesadilla. Tal vez estaba soñando, pensó.
—Mira, Eithan, puedes programar este robot para que juegue al fútbol contigo —dijo Xavier mientras presionaba algunos botones. El pequeño robot que le había regalado comenzó a moverse con gracia, y Eithan abrió la boca, sorprendid