Capítulo 21. Bajo la luz dorada
Kael la miró y su rostro desprendió felicidad.
—Sí —respondió—. Era primavera. Tenías el pelo largo, un vestido blanco, y los ojos más bonitos que había visto. Te puse flores en el pelo. Te dije que volvería por tí. Hoy, cuando tú olor me llegó a mí, me volví loco, porque pensé que jamás te volvería a encontrar, y has sido tú quién ha llegado a Lunaria.
Adriana se quedó quieta. Todos contuvimos el aliento.
Lycan cerró los ojos como si acabara de presenciar el momento más cursi del universo.
—Eras tú —susurró—. Eres tú —murmuró Adriana.
Kael se acercó, despacio.
—Y tú eres mía —dijo, pero esta vez sin gritar, sin correr, sin perseguir. Solo con amor.
Y mientras el sol iluminaba el jardín, y las flores volvían a tener sentido para Adriana.
Yo observé la escena con una sonrisa.
—Bueno… creo que ya hemos hecho suficiente jaleo por hoy —dije, rompiendo el silencio—. Hora de dejar a los protagonistas solos.
—Yo me retiro antes de que esto se convierta en una escena de beso —susurró Natalia