La Prueba
El aire fresco del bosque golpeaba con brisas suaves contra el rostro de Lía. Sus pasos golpeaban la tierra húmeda a un ritmo que ya le quemaba los pulmones, pero la voz de Helena detrás de ella no daba tregua.
-¡Vamos, Lía! No me digas que te vas a rendir ahora. -La apuró, con ese tono firme que no dejaba espacio para excusas.
Lía bufó, intentando controlar la respiración. Cada zancada le recordaba que, aunque Cano la hubiera dado de alta para ejercitarse, su cuerpo aún no estaba al cien por ciento. Sin embargo, la loba de cabello oscuro que corría a su lado parecía convencida de que no había mejor manera de “recuperar el estado físico” que obligarla a perseguirla entre árboles, ramas bajas y pendientes empinadas.
-No… me… voy a… rendir. -jadeó Lía, aunque el ardor en sus piernas decía lo contrario.
Helena sonrió de medio lado, manteniendo un paso constante, como si correr entre árboles fuera tan natural como respirar.
-Bien, porque hoy es el último día.
-¿Último día de qu