Savannah.
Abro mis ojos sin haber dormido nada, no es lo mismo dormir sabiendo que Sandra llegó y está en la habitación de al lado, que aunque no las has visto sabes que está ahí, a estar consiente de que se ha ido, de que estoy sola, que está a miles y miles de kilómetros.
Catalina me pide que salga temprano para que vaya a descansar, me da la cena en un envase desechable y me regala una pastilla para el sueño, aunque ya es de noche desde hace rato, nunca había visto las calles tan oscuras como hoy.
Recibí una llamada de Sandra a eso del medio día, había llegado a Moscú, ciudad en dónde se estará hospedando para trabajar, ella luce radiante y yo trato de que mi sonrisa este a la medida de la suya, aunque mis ojeras no colaboren, inmediatamente de terminarse la llamada debi encerrarme en el baño por unos minutos a llorar, no tenia buen aspecto al salir, eso incitó a Cata a dejarme salir antes, lo cual agradecí mucho, si lo necesitaba.
Un escalofrío me recorre la columna vertebral cu