Alexandre
Aparqué mi auto con precisión frente al edificio elegante. Sonreí satisfecho, agradeciéndome por haber guardado la dirección de Jaqueline en el contacto. Bajé del coche acomodándome el saco. Miré el edificio alto y caminé decidido hasta la portería.
—Buenas noches. Necesito hablar con Jaqueline Ribeiro, apartamento 402B.
—Le voy a llamar por el intercomunicador, un momento —me avisó el portero, un señor canoso de mirada atenta.
—No hace falta llamarla. Es cosa de novio. Jaqueline y yo discutimos, estoy intentando arreglarlo. ¿Podría hacerme ese favor?
El portero me miró con desconfianza. Se inclinó y echó un vistazo a mi coche de lujo estacionado frente al edificio y luego me examinó de arriba abajo.
—Está bien… pero la estoy vigilando. —El tono del portero tenía un matiz de advertencia.
—Puede estar tranquilo. —Le respondí con una sonrisa ladeada.
Caminé hacia el ascensor con paso decidido. Pocos minutos después estaba frente a la puerta del apartamento; sin dudarlo, toqué