Capítulo 125

La vida me estaba dando una mala, pero muy mala pasada, una de esas que te sacuden el alma por completo para luego darte en todo el núcleo y recordarte lo que pude ser o no haber sido. De esa forma era que podía ver todo lo que se estaba cociendo en mis narices, así que cuando mi hermana hizo esa pregunta, no tenía una respuesta clara, solo miré al niño que tanto parecido tenía con mi hermano como para entender que había una posibilidad, una pequeña, de que pudiese ser el heredero Milano.

—Me acabo de encontrar a Paola en el restaurante donde llevar a comer a Amaya, digamos que tuve el tupé de decirme que entró para despedirse de su familia —indiqué y la vi temblar—. Entró como perro por su casa, sin problema alguno.

—¿Qué me estás contando? —preguntó Massimo con horror.

—Lo que te estoy diciendo, la señorita colombiana violó el tratado de destierro y solo, entró porque sí, porque cree que en la Camorra no tenemos memoria —espeté y Amaya frunció el ceño.

—Creo que me iré con este chic
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