1. Sueño

Cuando llegó al lugar solo pudo ampliar la sonrisa viendo la preciosa decoración que poseía. Ciertamente no era lo que esperaba, pero la música y las personas luciendo esos largos vestidos de gala la hacían sentir como parte de una película, llevó su cabello suelto hacia atrás y solo reacomodo mejor el antifaz que cubría la mitad de su rostro.

Aquella noche era especial, era la recompensa a su arduo trabajo, a sus noches de desvelo, a su esfuerzo por no solo mantenerse a flote también ser la mejor mientras lo hacía. Pronto se sintió empujada como por una fuerza que no sabía de dónde venía. El sudor recorría su piel mientras bailaba y una copa en su mano aliviaba de forma muy pobre, por la gran cantidad de alcohol que tenía, la sequedad de su garganta.

Los pies le dolían, pero no quería sacarse los tacones así que continúo bailando tan solo girándose cuando una mano fuerte se posó en su espalda desnuda. Se encontró con un hombre mucho más alto que ella, su máscara cubría casi todo su rostro, dejando apenas sus ojos, boca y parte de su mejilla derecha al descubierto, ciertamente con el cabello castaño que lucía sedoso, al menos bajo las luces de aquella fiesta y lo que podía ver lo adivina increíblemente apuesto o así ella quería pensarlo.

A su oído la invitó a un trago y como ella esa noche había decidido liberarse de los miedos, las dudas y esa personalidad que ha sido su vida durante todo ese tiempo sin dudarlo aceptó, saliendo de la pista apoyada en la hermosa mano masculina que le daba una especie de soporte, pero al mismo tiempo le invadía el cuerpo de una electricidad maravillosa.

—¿Recién graduada?—consultó el hombre a su lado, quien le dio la copa de champán 

No estaba segura si sus ojos era verdes o dorados, pero lucían dilatados. Él sin duda poseía un cuerpo trabajado, marcado que incluso en su perfecto traje negro aparentaba ser fuerte y musculoso.

—Sí, así que estoy celebrando—se lamio los labios acariciando despacio la copa en sus manos.

—Felicidades, por una vida llena de oportunidades y miles de puertas abiertas que una belleza como tú merece se vayan presentando a su paso.

—Que hermosas palabras, muchas gracias.

Chocaron las copas y al mismo tiempo le dieron un trago. El cuerpo femenino se removió y emitió un delicado gemido cuando las manos empezaron a recorrer su cuerpo, pegada a la pared sentía como él se abría espacio en su piel y en el momento que retiró su vestido solo pudo tomarlo del cuello y besarlo largamente.

—Déjate la máscara—le pidió contra los labios—no quiero saber quién es el hombre que me va a follar esta noche.

Su boca fue tomada con precisión, la tomó en sus brazos y la cargó hasta la cama donde terminó de desnudarla. La espalda se arqueó ante la lengua que recorrió su coño como nadie lo había hecho y solo pudo emitir delicados gemidos que la hacían retorcerse de completo placer.

Chupo sus labios y mordió el inferior cuando su clítoris fue apresado entre esa boca que succiono del mismo. El fuego era único, la electricidad chispeaba en aquella habitación a la que no recuerda cómo llegó y las manos masculinas estaban agarrando sus senos como si fueran completamente de él.

En la cama el cuerpo se removió, se arqueó ante el placer que sentía y el gemido que expulsó desde el fondo de su pecho apenas alcanzando el orgasmo logró que su novio se despertara. La miró con el ceño fruncido, pero ella parecía sumergida aún en su sueño, uno que lo hizo arquear una ceja cuando nuevamente la puso a gemir, agarrarse de las sábanas y morder su labio.

Sin dudarlo él bajó de la cama, se deshizo de su pantalón y fue metiéndose bajo las mantas una vez más, pero esta vez ante ella, le acomodó el cuerpo y esbozando delicadas sonrisas al escucharla aun gemir le subió la camiseta que usaba y apenas movió la braga hacia un lado deslizando su lengua en el coño que lo maravilló cuando lo encontró húmedo.

—Ah por Dios, sí, así—emitió con ojos cerrados, la manera que esa lengua se movía en su coño, la recorría con pericia y como dibujando para ella el placer de la entrega.

Su novio solo acarició el clítoris y con la manta cubriendo su cuerpo se colocó de rodillas para retirarle la braga, subió la camiseta hasta desnudar sus tetas y ahí mismo se hundió una en la boca, sintiendo como la mano de ella le acarició la espalda y el cabello por lo que nuevamente descendió por su abdomen hasta chuparle el coño.

Ya estaba duro por supuesto y los gemidos han sido la mejor alarma para él. Le sorprendía lo profundamente dormida que ella parecía, pero sea lo que sea que estaba soñado sin duda estaba ayudando a que ambos empezarán muy bien el día.

Incapaz de frenarse le abrió mejor las piernas y bajando su bóxer acarició su miembro para hundirse en ella. La castaña abrió grandes ojos para encontrarse con el techo. Pasó saliva intentando entender que estaba pasando, pero su novio le tomó el rostro y le buscó la boca. Le tomó unos segundos apenas darse cuenta que se la estaban follando, lo miró con el ceño fruncido, pero emitió un gemido cuando el acarició su clítoris mientras la embestía.

—Ah por Dios—señaló cuando este se puso de rodillas y le tomó las piernas cruzándola ante él para continuarla bombeando.

—¿Así te gusta?—le soltó agitado, apretándole las mejillas—¿estaba bueno ese sueño?

Ella no emitía más que gemidos, mientras este la embestía con completa urgencia, en sus parpadeos fue borrando al hombre de la máscara y cuando su novio se colocó tras ella en una cucharita solo pudo buscarle la boca dejándose llenar de ese beso que la terminó ubicando en la cama y habitación donde realmente estaba.

Las manos masculinas, que eran menos fuertes y grandes, le recorrieron el cuerpo. Él subió su camiseta de nuevo acariciando sus tetas y solo le agarró las nalgas embistiéndola con fuerza, abriendo sus piernas para recorrer su coño húmedo y su clítoris hinchado mientras ella lo rodeaba por el cuello hasta que él acabó.

Agitado salió de ella y se acomodó boca arriba, sonrió con burla mientras ella solo podía pasar saliva tomando luego la misma posición que él quien la tomó de la cintura y la acomodó hacia su pecho. Cuando se encontró con los bonitos ojos castaños le acunó el rostro y sin dudarlo la besó.

—Ven, súbete—le pidió.

Casi en automático se fue moviendo, poco a poco se acomodó en el miembro aun rígido que rozó en su hendidura hasta que estuvo listo y sin dudarlo se llenó de él. Ella misma se quitó la camiseta y buscó su boca mientras movía sus caderas. Sus gemidos eran delicados y él solo podía abrirle las nalgas mientras le dejaba ir rápidas estocadas hasta que el cuerpo femenino se separó de su pecho y empezó a llevar el control.

A mano abierta le recorrió la cintura, las tetas, el cuello y apenas la tomó del mismo para verla a los ojos. Los sentones fueron más rápidos y con sus propios dedos estimuló su clítoris para llegar al orgasmo que la hizo recordar una vez más con completa claridad al hombre que la llevó a vivir su primera experiencia sexual aquella noche de celebración.

Agitados los dos se acomodaron de nuevo en la cama. Su novio solo le elevó el rostro desde el mentón y le dio un delicado beso.

—Buenos días mi dulce Verónica—indicó con voz grave—que mañana más ardiente la que me has dado y eso que ni ha empezado.

Ella solo esbozó una débil sonrisa y negó. Después de un pesado suspiro no dudó en buscar el cuerpo masculino acomodándose en su pecho.

—¿Puedo saber a qué se debe este despertar tan ardiente?—consultó con delicada voz, mientras le acariciaba el abdomen.

—¿No lo recuerdas?

Se elevó en su lugar viéndolo con el ceño fruncido.

—¿En serio no lo recuerdas?

—No, no solo que desperté contigo ya hundido en mí—los dos se pusieron a reír—¿Qué sucedió?

—Cariño tenías un sueño encendido—poco a poco se fue moviendo hasta quedar sentado en la cama, así que ella copió su posición—y sabes bien que no soy un hombre celoso y espero que haya sido yo el protagonista del mismo—ella amplió la sonrisa—porque en realidad sonabas más que complacida. Parecía que estabas viviendo tu propia película porno en tu cabecita—le tomó el mentón y le dejó un beso en los labios—pequeña pícara, aunque fue perfecto, me gustan más los días que inician así que los dos corriendo como locos y sin apenas dándonos un beso.

Los dos voltearon hacia la mesita de noche donde el celular de Verónica se encontraba. La alarma de las cinco empezó a sonar y fue ella misma quien la apagó, poco a poco fue bajando de la cama, pero luego su novio, Ashton, no dudó en tomarla del brazo y jalarla de nuevo al colchón. Desde la cintura la tomó y viéndola a los ojos solo esbozó una débil sonrisa.

—Buenos días mi Vero, Vero—saludó delicado, dándole un dulce piquito—no sé qué loco sueño tuviste, pero déjame decirte que es de las mejores mañanas que hemos tenido.

—Buenos días Ashton Ash—respondió ella, acariciándole la mejilla—y estoy completamente de acuerdo contigo, no sé qué loco sueño ella, pero veo que nos puso de buen humor a los dos.

—Nos puso del mejor de los humores, nada como follarte preciosura.

Ashton bajó de la cama y con completa seguridad tomó a su novia en brazos y buscó el baño. Ella iba envuelta en risas y soltando chillidos, pero no dudo en devolverle el golpe cuando este le dejó ir una picosa nalgada. En el baño la dejó en el lavabo y antes de orinar, solo le acunó el rostro y la besó de esa manera que lograba una delicada sonrisa en ella.

—¿Continuamos nuestra buena mañana en la ducha?—preguntó él.

Verónica se miró al espejo, se encontró desnuda, con un chupete en su seno derecho y la cabeza de Ashton en su hombro. Se sentía bien, despierta, aunque si debía admitir que un poco confundida, aunque claro que no dejó que su mente siempre negativa le arruinará aquel momento, por lo que solo asintió viéndose pérdida en los oscuros ojos de su novio quien le dejó un beso en el cuello y al fin se dispuso a orinar.

La joven soltó un suspiro viéndose una vez más al espejo. Cuando Ashton se metió al baño acarició su labio inferior y solo pasó saliva ante el claro recuerdo de lo que ha soñado, porque sí sabe bien que fue y con quien fue, pero sobre todo que ese hombre no era su novio, si no aquel extraño que en su baile de graduación no solo le dio una noche de sexo fogosa, ardiente e inolvidable, también se llevó con él y su identidad la virginidad de la castaña que después de pasar saliva se metió a la ducha con su pareja.

Ciertamente la mañana empezaba como pocas veces lo hacía cuando se quedaba con Ashton, su novio de hacer siete meses en el apartamento. Para Verónica el sexo matutino solía ser complicado por su agitada agenda de estudiante y trabajadora, pero aquella mañana no solo despertó embestida por Ashton, sino con una extraña incomodidad en su pecho que estaba relacionada en realidad con el sueño.

Llevaba desde hacía varios días recordando esa noche de graduación, la fiesta de máscaras donde fue a celebrar el haber concluido la universidad siendo la mejor alumna de su carrera de arquitectura, lo que había soñado con estudiar, pero también donde se liberó de esa versión de Verónica estudiante aplicada, obsesionada con sus notas y virgen.

Recuerda mucho de esa noche. La música, las personas con sus máscaras y antifaces, el licor que tomó, los hombres con los bailó, pero en especial ese de voz grave que después de invitarla a una copa de champán le dio una noche de pasión que claramente aún no ha podido olvidar y quizás nunca lo haga.

—¿Estás nerviosa abejita?—consultó Ashton cuando la vio pensativa antes de ponerse los zapatos.

Ella parpadeó con rapidez y solo elevó su mirada hacia él, negando de inmediato. Sin dudarlo y ya vestido se sentó a su lado tomando su mano.

—No tienes que estar nerviosa, lo has hecho super bien y estoy seguro que te darán el empleo, además que si no lo hacen para algo tienes a tu novio ¿no?

La joven volteó los ojos y lo empujó por el costado, pero luego se recostó a su hombro.

—No quiero ser la que consiguió un empleo porque es novia del hijo del jefe—señaló despacio—sabes bien que antes de que empezáramos a salir ya había aplicado en la empresa de tu familia y…

—Lo sé—ella se elevó para verlo, Ashton le acunó el rostro—y créeme que lo vas a conseguir por tus méritos porque aun cuando eres mi novia y yo tu semental—ella solo negó ampliando una sonrisa—nada de esto ha influido en tu aplicación, además que eres la mejor siempre Verónica. Tienes notas increíble, estás estudiando tu maestría y si recursos humanos no te acepta, sin duda va a tener mucho que hablar conmigo.

—Ashton…—ella fue suave.

—Ser tu novio es solo un plus para tus redes sociales—le acunó el rostro—porque académicamente estás mucho más preparada que muchos que ya trabajan en la empresa, por favor no dejes que tu mente te haga dudar de tu excelencia ¿sí?

—Sí—ella solo sonrió cuando le dio un beso—¿me preparas wafles para desayunar?

—Con mucho gusto mi Vero—le dio un nuevo beso antes de ponerse de pie.

Le guiñó un ojo antes de salir de la habitación, pero cuando lo hizo Verónica suspiró de manera pesada y se dejó caer en el colchón. Tenía un día especial sin duda, al fin iba a terminar la tercera entrevista para conseguir el empleo de sus sueños, en la empresa de sus sueños y si bien ahora mismo sale con el hijo del dueño, no podía negar que se sentía orgullosa de todo lo que ha conseguido.

Al ponerse de pie se enfrentó ante el reflejo del espejo observándose a sí misma. Ciertamente mucho ha pasado en los dos años que el tiempo ha corrido desde que se graduó y salió al mundo laboral sin más que sus diplomas y conocimientos, pero, así como mucho ha pasado también mucho ha cambiado, incluyendo a ella.

Ya no dudaba tanto de su físico, aprendió a vestirse, maquillarse y ser más accesible al público y eso le ha dado un grupo de amigos y sobre todo la capacidad de tener una cita con el chico más apuesto que algunas se acercó a ella, Ashton Barrington el hijo del magnate de la arquitectura y fundador de INDERHSA, donde ella esperaba obtener un empleo que continuara abriendo las puertas que aquel desconocido señalo que una belleza como ella merecía.

Su vida ciertamente parecía estarse ordenando antes de sus veinticinco años y eso la hacía sentir orgullosa. Tiene una relación que crece cada día, con uno de los hombres más apuestos que ha conocido y posiblemente de la ciudad, aunque sus ingresos ahora son bajos ayuda a su familia y sabe bien que ante ella solo se viene lo mejor como esa mañana.

Verónica Sallow se ha ido abriendo espacio en el mundo y ciertamente ha aprovechado cada puerta abierta que su belleza ha conseguido abrir.

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