Mundo ficciónIniciar sesiónDespués del primer impacto, la casa volvió a moverse. No como antes —no estaba la risa de Isabella viniendo del pasillo, ni Lorenzo silbando torpemente mientras buscaba las llaves—, pero había movimiento. Y el movimiento era importante, pensó Antonella: la gente quieta piensa demasiado, y pensar demasiado, a veces, es abrir puertas que no deberíamos.
—¿Vamos a lavarnos la cara, mi princesa? —sugirió Giulia, extendiendo la mano—. Y a tomar un jugo. Necesitamos fuerzas para cuidar de mamá a la distancia, ¿sí?
Aurora asintió.
En el baño, la tía abrió la canilla; el agua fría mordió suavemente los dedos y la niña se frotó el rostro con movimientos circu







