Estaba nervioso, ella esa chica le estaba poniendo los pelos de punta. Primero le quita la virginidad, luego la tiene amarrada y dispuesta a hacer todo lo que él le ordene para poder pagar la deuda de su padre.
— Te voy a dar diez con esta fusta y tú vas a contar —avisó, y se posicionó detrás de ella—. Como es la primera vez que experimentas algo nuevo, lo haremos lento.
Dio un paso hacia atrás y colocó una de sus piernas delante de la otra antes de soltar el primer golpe en el trasero de la humana.
— Uno —contó Charlotte, cuando sintió un ardor en su trasero.
— ¿Uno qué? —subió una ceja y detuvo su mano en el aire.
— Uno, señor —contestó la humana en un susurro, y esa palabra le encantaba a Damián. La chica, de sol