Capítulo 2

Aún no puedo creer las cosas que mis padres me han dicho.

¿Desde cuándo los hombres lobos existen y por qué él me quiere a mí?

Estoy asustada.

Tanto que accedí a irme al otro lado del mundo para escapar de ese hombre... si es que puedo llamarlo de ese modo ya que mis padres lo llaman "bestia".

—¿Estás bien, cariño? Sé que es mucha información pero necesitabas saberlo.

Descansa, cuando lleguemos yo te avisaré.

—De acuerdo mamá.

Aún inquieta cerré mis ojos intentando no pensar en él.

¿Sería la misma persona de mis sueños?

¿Cómo podía meterse en mi cabeza?

—Una vez más intentando huir... no es posible pequeña.

Te encontré.

Me desperté agitada y mi madre me censuró con la mirada.

—¿Qué te pasa, Selene? Compórtate. Hemos llegado.

Yo asentí y todos comenzamos a bajar del avión.

—¿Qué te pasa preciosa?

—Mi nueva vida comienza ahora Leif, sin embargo no sé qué dirección tomará gracias a esa... bestia.

De solo pensarlo mi corazón se agita.

—No tienes de que preocuparte. Yo te protegeré.

Quería creer en él.

De hecho anhelaba hacerlo pero algo me lo impedía.

Días después:

—¡Estoy feliz de salir al fin de ese encierro! Necesitamos conocer el lugar Leif.

—Selene, sabes que tus padres nos prohibieron adentrarnos al bosque.

—Solo será un rato Leif, nada puede pasar por unos segundos. Sabes cuanto amo el bosque, por favor.

Él me miró fijamente antes de dejar escapar un suspiro de sus labios.

—De acuerdo. Solo un par de segundos y luego volveremos.

Yo le sonreí asintiendo antes de ingresar al bosque emocionada.

Algo en este me atraía de una manera hechizante que no comprendía.

—Esto es tan hermoso ¿Verdad?

—Sí... está sonando tu teléfono.

—Oh sí, ¿Mamá, qué pasa?

—¡¿Están en el bosque prohibido?! ¡Les dije que no ingresaran ahí, salgan ahora mismo! ¡Él está ahí! ¡Están en peligro!

Mi corazón retumbó con una fuerza que jamás lo había hecho antes al escuchar estas palabras.

Pero lo más extraño es que yo no sentía miedo sino ansiedad.

—¡Corre! —el grito de Leif me sacó de mis pensamientos.

Lo vi correr sin esperarme y cuando yo iba a hacerlo también sentí que mi cuerpo se estampaba con algo duro.

Reprimí un gemido y alcé la mirada topándome con un pecho masculino desnudo.

Sus músculos brillaban con la luz del sol y tragué grueso al llegar a su rostro.

No entendía cómo pero yo sabía que era él.

"La bestia".

El hombre que quiere hacerme daño.

Un escalofríos recorrió mi cuerpo además de algo que no supe como interpretar.

—Yo... tengo que irme.

Comencé a retroceder sin quitar mi mirada de él pero cuando me di la vuelta para huir, él no me dejó hacerlo cargándome y colocándome sobre su hombro como un neandertal.

—No vas a ir a ningún lado.

Viniste a mí por tus medios compañera.

—¡¿Qué demonios te pasa?! ¡Suéltame!

Mi chillido se pareció más al de un gatito asustado que al de una mujer furiosa.

Comencé a repartir golpes por su espalda masculina pero no sirvió de nada.

Él seguía avanzando como si nada.

—¡¿Dónde me llevas?! ¡No puedes hacerme esto!

Este tipo era como un muro impenetrable.

—Te llevaré a donde perteneces.

—¡Pertenezco a mi casa! ¡Libérame!

La bestia no respondió a ninguna de mis palabras a partir de ese momento.

Yo solo me dediqué a ver el camino.

En cuanto se descuidara yo escaparía y volvería con mi familia.

No volvería a hacer nada imprudente otra vez.

—¿Por qué tuve que meterme en el bosque?

—Porque tu alma conoce tu destino.

—¡Perdiste la cabeza! ¿Qué lugar es este? Mis padres dijeron que en el bosque no hay aldeas ni nada parecido.

—Ahora entiendes que no es así.

Te estaban engañando como todo lo que te han dicho.

Su respuesta me hizo poner furiosa y una vez más golpeé su espalda escuchando un gruñido de su parte.

—¡Ellos jamás me mentirían! Seguramente no sabían sobre esta aldea.

—Ellos han mentido en muchas cosas, créeme.

—Jamás creeré en alguien como tú por encima de mis padres ¡Estás secuestrándome!

—Es una manera de llamarlo.

¿Acaso estaba burlándose de mí?

—¿Y cómo lo llamarías tú? ¿Un arrebato de locura?

Gruñí y creo que lo escuché reír pero fue tan suave el sonido que después lo descarté.

En silencio y desde su espalda vi como la gente se giraba a vernos y hacían una especie de reverencia cuando este tipo pasaba.

No entiendo qué está pasando.

—¿Es ella?

No podía ver a la persona que había hecho esa pregunta pero me sentí extraña al escuchar su voz.

—Es ella.

Abre la puerta para mí Aleix.

—¡No! ¡Está secuestrándome, tienen que hacer algo!

Mis gritos lograron llamar la atención de las personas pero por alguna razón nadie hacía nada.

¿Acaso esto era normal en esta aldea o todos estaban locos?

—Nadie va a hacer nada por ti cariño.

Espero que lo tengas claro.

La palmadita que me dio en las nalgas me hizo sobresaltar y avergonzar a la vez por lo que golpeé su espalda de nuevo.

—¡No vuelvas a tocarme, pervertido!

—No dramatices pequeña.

—No me llames pequeña.

Me sorprendí cuando de repente me bajó con cuidado deslizándome por su cuerpo.

Tuve que alzar la mirada para poder verlo a los ojos.

Era él.

Definitivamente era el hombre de mis sueños ¿Cómo había hecho para meterse en mi cabeza?

—¿Qué es este lugar?

—Tu habitación...

No pude escucharlo por más tiempo ya que intenté huir sin embargo supe que era inútil.

Él era mucho más rápido que yo.

La bestia cerró la puerta desde atrás de mí y no pude detenerme a tiempo.

Mi cuerpo se estremeció al quedar entre la puerta y el firme pecho de este tipo detrás de mí.

—¿Aún no has entendido que no puedes huir de mí?

—¡Deja de jugar conmigo! ¡Quiero mi libertad ahora!

Me aparté enseguida para mirarlo.

Su rostro estaba impasible pero de alguna manera yo sabía que esa era una máscara.

Había sentimientos encontrados bajo esa fachada suya.

—No cuentes con ello.

De repente él salió de la habitación dejándome sola.

—¡¿A dónde vas?! ¡Ábreme!

Golpeé la puerta incansablemente pero ese tipo había cerrado con llave desde afuera.

—¡Ábranme, por favor!

Grité y seguí golpeando aunque estaba segura de que nadie vendría en mi ayuda.

—¿Cómo voy a salir de esto? Seguramente Leif le dirá a mis padres y ellos vendrán por mí... él es un cobarde ¿Cómo fue capaz de dejarme sola con esta bestia?

La angustia me azotó de inmediato sin saber qué hacer por un momento.

—Tengo que atacarlo. Necesito huir de aquí cuanto antes, no sé qué me quiere hacer este hombre pero necesito marcharme.

Busqué con la mirada algo con lo que pudiera golpearlo y solo encontré una lámpara lo suficientemente grande como para hacerle daño así la tomé y me coloqué al lado de la puerta para esperar su regreso.

No sé cuánto tiempo pasó que mis manos se entumecieron en la espera, sin embargo cuando escuché pasos venir en mi dirección me puse alerta.

La puerta se abrió repentinamente y nerviosa, intenté golpearlo tomándolo por sorpresa pero él captó mi ataque y me interceptó antes de que pudiera tocarlo. 

Luego me atrajo hasta sí, haciendo que su cuerpo quedara tan cerca del mío atrapada bajo su mirada cristalina.

—¿Qué crees que estás haciendo Audrey? 

—Mi nombre no es Audrey, yo soy Selene —refuté yo empujando su pecho aunque no logré moverlo ni un poco.

—Selene...

Él parecía saborear mi nombre a lo que yo fruncí el ceño pero mi respiración se aceleró cuando su nariz se deslizó por mi cuello.

—¿Qué... qué es lo que haces?

Odié que mi voz sonara tan débil. 

—Tu aroma... no es igual al de ella.

—¿Al de quién?

Mi desconcierto hizo que él despertara y me apartara al fin logrando enojarme.

—¡Me confundiste con otra persona! No soy esa Audrey de la que hablas así que será mejor que me dejes ir en este momento.

—¡Nunca vas a irte de aquí! ¡Eres mía! 

—¡Ah!

Di un paso atrás cayendo sobre la cama bajo su mirada oscura.

La misma que había visto en mis sueños.

—No me lastimes por favor...

Tenía tanto miedo ahora.

Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas inevitablemente.

Él abrió la boca pero de esta no salió nada más.

Sus ojos volvieron a su color inicial y de repente salió de la habitación una vez más dejándome sola.

—No entiendo qué está pasando.

Por favor, tienen que venir por mí...

***

Aidan:

Apreté los puños al igual que mi mandíbula cuando escuché su susurro.

—¿Qué pasó papá?

Caminé lejos de la puerta siendo seguido por mi hijo.

—La asusté.

No quería hacerlo pero... m*****a sea. Ha pasado mucho tiempo. A pesar de ser la reencarnación de Audrey su aroma es muy diferente.

—¿Quieres decir que no estás seguro de si es ella? 

—Sé que es ella. No tengo duda de eso pero de alguna manera su olor cambió.

Me resulta más dulce, mucho más atractivo que antes. Por poco no me controlo y eso no me gusta.

No quiero forzarla a nada.

Si la traje aquí secuestrada fue porque no me quedó de otra.

Los malditos cazadores probablemente la tuvieron encerrada cubriendo su aroma con hechizos.

—¿Hay otra cosa que sea diferente a la de mamá?

—Sí.

Su personalidad. 

Puedo ver lo diferentes que son con tan solo un encuentro. 

Tu madre era dulce, serena y silenciosa. Pero esta mujer, Selene es alocada, impulsiva y además le gusta llevarme la contraria.

—¿Qué querías papá? Acabas de secuestrarla.

—Tienes razón.

—Pero parece que eso no te disgusta del todo.

—No lo hace.

No hay nada que no me guste de ella.

Debo darle tiempo para que se entere de la verdad, sino podría hacerle mucho daño.

—¿Cómo fue que la encontraste, papá?

—Ella vino a mí... siempre lo hace.

Aunque no lo sepa.

Sonreí inevitablemente recordando como fue verla por primera vez.

Mi pequeña compañera estaba conmigo de nuevo y no la dejaría ir nunca más.

Tampoco permitiré que los cazadores vuelvan a quitármela otra vez.

Leia este capítulo gratuitamente no aplicativo >

Capítulos relacionados

Último capítulo