Julia comenzó a experimentar náuseas matutinas. Se enjuagó la boca y se miró al espejo, notando que había ganado peso y su rostro se había redondeado. Bajó las escaleras vistiendo un suéter holgado y escuchó voces provenientes del comedor.
Una de las voces era la de Diego, pero la otra... ¿acaso era Daniel?
¿Daniel?
Julia entró al comedor y vio a Diego y Daniel sentados a la mesa, conversando.
— Así que eres el hijo de Martina —comentó Diego, mirando a Daniel con asombro.
Martina Araya había sido una de sus socias originales. De los siete socios, Martina era la única mujer y gran amiga de Tatiana, la madre de Julia.
Diego pensó que el mundo era realmente pequeño. Después de tantos años, se encontraba con el hijo de Martina.
— Entonces, ¿ahora vives con tu padre Mario? —preguntó Diego.
— Sí, después de la muerte de mi madre quedé solo, así que me fui a vivir con mi padre —respondió Daniel con tono melancólico.
Diego sintió compasión por él. Había oído rumores sobre la muerte de Martina