—Lo estoy adivinando. Desde que llegaste, no has ido al pueblo ni una vez. Siento que estás evitando a alguien, y él se ve bastante intimidante, — esa era la impresión que Rodrigo tenía de Andrés.
Julia quiso reír. Rodrigo era joven pero astuto. Con solo 13 años, tenía una mente bastante aguda.
Rodrigo continuó: —Julia, si él no te trata bien, deberías divorciarte y volver a vivir con nosotros en Bierzo. Yo puedo protegerte.
Andrés, escuchando esto desde fuera, frunció el ceño.
Este mocoso era bastante atrevido, ¿cómo se atrevía a aconsejar a su mujer que se divorciara de él?
Entró con expresión sombría, su rostro intimidante.
Rodrigo se quedó callado.
Julia, temiendo que asustara a Rodrigo, dijo: —Sal un momento, estamos en medio de una clase.
—Yo le daré la clase, ve a ducharte—dijo Andrés, sentándose frente a Rodrigo con un aura intimidante.
Julia protestó: —Ya le estoy dando clase yo.
—Tus habilidades básicas pueden servir para inglés, pero ¿puedes enseñar ciencias?— preguntó André