—Tal vez sea así. Quizás ella sabe cómo ganarse a la gente. Mi suegra ahora la adora y solo piensa en que se case con los Martín.
—¿Y qué vas a hacer?— Emilia, sin experiencia en matrimonios, no sabía qué aconsejar.
Julia respondió: —Mejor terminarlo todo. El matrimonio es agotador. Quiero volver a estar soltera.
—¿Pero podrías dejar ir a Andrés?— Con todo lo que él había hecho últimamente, no solo Julia, hasta Emilia se sentía conmovida.
Julia no contestó.
Tomó un lápiz y empezó a dibujar.
—Dejemos ese tema. Tengo que trabajar.
Emilia la observó un momento. Podía sentir su tristeza, pero no sabía cómo abordarla. Se mordió los labios y decidió no insistir, saliendo en silencio de la oficina.
Esa noche, Andrés regresó a la Mansión Gómez después del trabajo.
—Bienvenido, señor—, lo recibió Luz, tomando su abrigo.
Andrés preguntó con voz neutral: —¿Dónde está mi esposa?
—La señora aún no ha vuelto.
Andrés hizo una pausa y luego dijo: —Luz, puedes irte por hoy.
—Sí, señor.
Andrés subió, se