Andrés la abrazó por la cintura, besando su piel blanca como la nieve, sintiendo ese escalofrío indescriptible...
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No se sabía qué hora era de la noche.
Curilán ya había llegado a Villa de Oro, pero no se sabía a dónde había ido Javier.
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Luego, Andrés envolvió a la chica inconsciente con su chaqueta y la llevó al segundo piso.
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Al día siguiente.
Julia despertó, sintiéndose como si su cuerpo desde la cintura para abajo ya no le perteneciera, al moverse un poco, todo su cuerpo se sentía adolorido y débil.
El hombre a su lado la abrazaba con su brazo, con la cabeza apoyada en su hombro, durmiendo profundamente.
Julia estaba enojada y lo pateó.
Él abrió los ojos, sus pupilas oscuras.
Julia tuvo un poco de miedo, se dio la vuelta y fingió seguir dormida, ignorándolo.
—¿Ya despertaste?— Andrés le preguntó.
Julia no le respondió.
Andrés parecía un poco frustrado, se levantó y se puso una bata, luego la miró y dijo en voz baja: —No me importa si estás dormida o no, a partir de ahora no pued