Pero no fue a donde solían estar juntos. Fue a un pequeño jardín.
Julia apenas se sentó cuando escuchó unos pasos. Levantó la mirada y vio a Andrés caminando lentamente hacia ella, su imponente estatura de casi dos metros imponía cierta sensación de intimidación.
—¿Para qué me buscas?—Julia lo miró fijamente.
Andrés se detuvo frente a ella, bloqueando la luz que caía sobre su cabeza.
—La vida privada de la señorita Gómez es realmente emocionante. Ayer, Sebastián; hoy, señor Ruiz. Realmente impresionante—dijo con tono sarcástico.
Apenas abrió la boca, Julia frunció el ceño.
—Este tipo no tiene nada bueno que decir—pensó.
Elevando una ceja, respondió:
—Aunque mi vida sea emocionante, no tiene nada que ver contigo.
Después de decir esto, intentó marcharse.
Pero Andrés agarró su muñeca y la obligó a volver.
—¡Andrés! ¿Qué estás haciendo? ¿Me llamaste aquí solo para humillarme?—Julia estaba furiosa.
Andrés le sujetó la barbilla y la miró fríamente.
—¿No dijiste hace un momento qu