Mundo ficciónIniciar sesiónEl amanecer se filtró a través de las altas ventanas de la Torre Alfa, bañando la cámara real en un gris plateado que hacía juego con el cabello ceniza de Anya. La noche había sido un juramento privado, una confirmación de la Ley de la Unificación que no necesitaba testigos ni mármol pulido. Kael despertó primero, sintiendo el peso sagrado de la corona invisible. Anya dormía profundamente a su lado, su respiración suave y rítmica, sus manos enlazadas en su pecho. La marca de la unión en su cuello, esa cicatriz que ahora era el sello de la soberanía, palpitaba con un calor tenue.
Él la observó. No era solo la Luna Suprema, la estratega Anuladora, o la venga





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