El tiempo pasó, y un día, llegó la noticia de otro embarazo. Fue inesperado pero recibido con enorme alegría. Herseis estaba segura de que sus sueños más profundos se habían hecho realidad, y cada nuevo miembro que llegaba a su familia parecía una bendición que colmaba más su vida. Recordaba esos días cuando la posibilidad de ser madre se sentía tan distante y el futuro tan incierto; cada día de este nuevo embarazo le parecía un recordatorio de lo extraordinario que había sido su viaje. Esta vez, esperaba otro par de mellizos, varones, y mientras veía crecer su vientre, la sensación de plenitud que experimentaba llenaba todos los rincones de su vida.
Helios estaba fascinado por la idea de ser nuevamente padre. Cada noche se sentaba a hablar con Herseis sobre sus planos, sobre el futuro que imaginaban para sus hijos y el amor que compartían como familia. Juntos contemplaban los nombres para sus futuros hijos, y, finalmente, se decidió por Hierón y Helios, dos nombres que reflejaban la