En el gran salón donde los invitados conversaban y disfrutaban de la elegante recepción, Henry y Hell se encontraban de pie cerca del piano, observando en silencio la interacción de los demás. Henry, siempre curioso y atento a los detalles, no había podido evitar fijarse en la actitud callada de la hija de Hell, una niña de aspecto serio y cabellos oscuros que parecía tan ensimismada como su madre. Finalmente, en un intento por romper el hielo, se giró hacia Hell y comentó:—Su hija es bastante callada, ¿no?Hell lo miró, con una expresión pétrea en su rostro, apenas esbozando una reacción. Henry apenas podía adivinar si había dicho algo inapropiado, pero la respuesta de ella no tardó en llegar, directa y con un matiz afilado en su tono.—¿Aún no te has dado cuenta? —preguntó con una mirada gélida—. Hell es muda; no puede hablar, por eso no ha dicho nada desde que la conociste.A Henry le tomó un momento procesar la revelación. Miró nuevamente a la pequeña, esta vez con una comprensió
Hebe se encontraba entre la multitud, acompañada de sus mejores amigas: Winter Whitney, Minerva Mars y Josseline Johnson. Los cuatro eran prácticamente inseparables y compartían una conexión tan cercana que parecían más hermanas que amigas. La boda de Helios era un acontecimiento importante para ella y su círculo cercano; no solo era una ocasión familiar, sino una oportunidad para compartir un evento memorable con aquellas personas que formaban parte de sus recuerdos más preciados. Las jóvenes, con sus elegantes atuendos, irradiaban una mezcla de emoción y seriedad. Todas observaban la ceremonia y la recepción con respeto y cariño, sabiendo que este momento representaba una nueva etapa para Helios y Herseis.La gran mesa donde se ubicaba el pastel también estaba rodeada de fotografías cuidadosamente seleccionadas. Había imágenes de Helios y Herseis juntos, algunas formales y otras más naturales, tomadas en momentos en los que ambos parecían ser ellos mismos, fuera del papel que solían
La escena en la recepción cambió sutilmente cuando Hariella Hansen, la magante y Hermes Darner se acercaron para las fotografías familiares. La imponente figura de Hariella destacó de inmediato entre la multitud. Vestida con un elegante traje de diseñador, exudaba una autoridad natural que hacía que todos a su alrededor se movieran con cautela y respeto. Su porte era altivo y directo, como si cada paso estuviera calculado para recordarles a todos su posición y prestigio. Sin embargo, su expresión se suavizaba un poco cuando sus ojos caían sobre Herseis, la esposa de su hijo, quien ahora formaba parte de la familia.Hariella siempre había sentido una particular afinidad por Herseis, a pesar de su altivez natural. Para ella, Herseis era una mujer con la fuerza y la elegancia que buscaba en una nuera, alguien que no solo complementaba a su hijo, sino que también añadía valor al legado familiar. Con una pequeña inclinación de cabeza, le ofreció a Herseis una sonrisa apenas perceptible,
Hera observaba la recepción desde su lugar en la mesa, con una calma exterior que enmascaraba la intensidad de sus pensamientos. Las luces de la celebración se reflejaban en sus ojos claros, y cada detalle de la escena se grababa en su memoria como un mosaico de momentos preciosos e irrepetibles. Su hermano Helios estaba allí, al centro de todo, irradiando felicidad junto a Herseis, con quien ahora compartía una familia. Las risas de los invitados y los sonidos de copas al chocar resonaban como un eco en sus oídos, pero para ella, todo se sentía lejano y atemporal, como si estuviera viéndolo desde una distancia infinita.En su mente, Hera regresó en el tiempo, a los días de infancia junto a Helios. Se veían de la mano, corriendo por el campo en su hogar familiar, imaginando mundos nuevos y aventuras. De niños, eran inseparables, no solo por la conexión natural de gemelos, sino por una afinidad que trascendía la cercanía fraternal común. Ella había sido su guía, su apoyo, su compañera
El tiempo pasó, y un día, llegó la noticia de otro embarazo. Fue inesperado pero recibido con enorme alegría. Herseis estaba segura de que sus sueños más profundos se habían hecho realidad, y cada nuevo miembro que llegaba a su familia parecía una bendición que colmaba más su vida. Recordaba esos días cuando la posibilidad de ser madre se sentía tan distante y el futuro tan incierto; cada día de este nuevo embarazo le parecía un recordatorio de lo extraordinario que había sido su viaje. Esta vez, esperaba otro par de mellizos, varones, y mientras veía crecer su vientre, la sensación de plenitud que experimentaba llenaba todos los rincones de su vida.Helios estaba fascinado por la idea de ser nuevamente padre. Cada noche se sentaba a hablar con Herseis sobre sus planos, sobre el futuro que imaginaban para sus hijos y el amor que compartían como familia. Juntos contemplaban los nombres para sus futuros hijos, y, finalmente, se decidió por Hierón y Helios, dos nombres que reflejaban la
Un lujoso auto azabache se estacionó frente a un imperioso edificio. Un hombre con atuendo de chofer fue el primero en bajarse y luego una linda muchacha con ropa de secretaria.Ambos se colocaron al costado de la puerta trasera del vehículo. El chofer fue el encargado de abrir la puerta de manera sutil, como si estuviera por recibir a una reina de la edad media. Entonces, de manera espléndida, una esbelta pierna fue lo primero en mostrarse, cuyo tacón negro de aguja, se afirmó de modo firme en el asfalto. Así, como una poderosa soberana, que descendía de su carruaje real. Así, una espléndida mujer se manifestó con lentitud.Ella abandonó el coche con glamour y distinción. Tenía puesto en su cabeza un sombrero Hepbrum oscuro con un velo que tapaba la parte superior de su rostro, sol dejando ver la parte de su boca y fina barbilla. En su negra pupila se reflejó la maravillosa arquitectura empresarial que le pertenecía a ella.Hariella Hansen era conocida como La magnate. Era arrogante,
El sonido del elevador lo hizo volver a la realidad a un tímido muchacho. Había quedado absorto en sus pensamientos mientras lo esperaba. Al fin había bajado, pues el edificio era gigante, tenía más de cien niveles y le habían indicado que debía ir al piso setenta. Las puertas plateadas se abrieron a los lados, y arriba, en una pantalla tecnológica, aparecía ahora el número uno, en color rojo. Los nervios se apoderaron de él, porque después que diera un paso hacia adentro, ya no habría vuelta atrás, pero no perdería la calma. Respiró profundo por la nariz y lo soltó todo por la boca.Hermes Darner era un joven de veinticuatro años, recién egresado de la universidad por haber terminado no un grado, sino ya, a su corta edad, un posgrado en administración de empresas. Se había preparado para esta entrevista, había una vacante en el puesto de gerente de finanzas y en esa área él destacaba lo suficiente para tomar la iniciativa de presentarse en la empresa manufacturera de alimentos que, do
Las puertas se cerraron y dentro del sitio hubo un silencio que pareció ser eterno, mientras que el elevador empezó a subir.Hermes miraba a Hariella con disimulo por el rabillo del ojo, podía verle la piel blanca, libre de manchas y el cabello rubio le parecía brillar como si fueran mechones de oro. Ella era tan hermosa y elegante. Jamás en su vida podría llegar a estar con alguien como ella, mucho menos con su introvertida personalidad que no lo ayudaban demasiado.Hariella recibió un portafolio de parte de Lena y se puso a verlos. Hermes se percató y con eso había encontrado una excusa para romper el hielo.—¿Se presentará a la entrevista, para la vacante de finanzas? —preguntó Hermes, mirando hacia el frente en la pantalla donde iban apareciendo diferentes números.Lena arrugó el entrecejo y tragó un poco de saliva; sabía que a Hariella no le gustaba ser interrumpida y menos que le dirigieran la palabra sin que ella otorgara el permiso para hacerlo. Se quedó atónita mirando a su se