199. La intimidad (TF)
Herseis rememoraba cada uno de sus propios temores, el miedo de volver a abrir su corazón y permitir que alguien llegara tan hondo en su vida, de volver a confiar y depender emocionalmente de alguien después de las heridas que había vivido. Pero Helios había sido paciente, persistente, había estado a su lado no como un joven inmaduro, sino como un verdadero compañero que le ofrecía amor sin reservas. Y ahora, en sus brazos, Herseis comprendía que él no solo le había devuelto la esperanza, sino también la fe en que podía ser amada por completo y sin condiciones.
Se aferraba a él, permitiéndose sentir cada latido de su propio corazón junto al de Helios, sintiendo cómo sus cuerpos se adaptaban el uno al otro, encontrando en él una fuente de paz y de emoción al mismo tiempo. Para Herseis, cada segundo en ese abrazo era una promesa, una verdad que iba más allá de cualquier papel firmado; era una unión sellada por sus propias vivencias, por los años que los separaban pero que también los un