Nicola
—¡Hazlo ahora! —gritó, giré el volante hacia la derecha, golpeando el lateral del auto de Alessandro con toda la fuerza que pude manejar sin perder el control.
El impacto resonó, y el sedán negrø se tambaleó de tal manera que el conductor perdió por completo el control.
Vi cómo el vehículo giraba bruscamente hacia el borde del camino, levantando una nube de polvo y esparciendo piedras en todas direcciones.
El auto comenzó a girar sobre sí mismo dando una, dos, tres vueltas completas antes de que una roca enorme al costado del camino pusiera fin a su abrupto recorrido.
El sonido del metal retorciéndose y los vidrios rompiéndose llenó el aire, seguido por un silencio sepulcral que solo era interrumpido por el ruido del motor de nuestro auto.
—¡Mierda! —grité, frenando de golpe para detenernos al borde del camino.
Mi corazón latía con fuerza, mientras una mezcla de adrenalina y rabia me atravesaba como un veneno.
—No puede morir así, —dije, casi rugiendo mientras salía del auto y