Capítulo 22.

Los guardias del castillo miraron extraño hacia mi cuello y luego me dejaron entrar. Hacía unos diez minutos que la gasa que mantenía oculta mi herida se había caído en algún lado así que todos tenían una vista bastante clara del hermoso trabajo que Cole había hecho.

Caminé por el castillo hasta que encontré a una loba haciendo los quehaceres domésticos y le pregunté por la oficina del idiota; amablemente me indicó la dirección y siguió en lo suyo.

Cinco minutos después estaba ante un gran salón con una loba en un escritorio pequeño. Que desperdicio de espacio.

-Buenas tardes. ¿Podría pasar a hablar con el rey?

-Nombre. - Dijo la loba sin levantar la vista de los documentos que estaba leyendo.

-Lily.

-¿El rey la está esperando?

-Supongo que si. Fue él el que me dijo que viniera.

Entonces levantó la vista y sus ojos se dirigieron automáticamente a mi cuello. Alzó las cejas y me dijo que le avisaría al rey que acababa de llegar.

Esperé pacientemente una encantadora hora antes de que Kar
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