Daisy:

-” ¿Puedo pasar? ¿O vamos a hablar aquí, en el pasillo?"- fue la pregunta que me hizo la señora Miller, antes de que yo pudiera reaccionar con toda mi torpeza.

-” Si...sí...Claro... señora... señora Miller”- dije en pequeños susurros, mientras sentía que ni hablar sabía, momentos como estos, poder ser invisible es un superpoder muy apetecible.

Me aparté con toda mi torpeza activa, a mi modo de ver, de la puerta, dejándola pasar, mientras susurraba a los escoltas con gestos con los ojos, que buscaran, como fuera, a la maldita Rata, aunque ni sé si los escoltas me entendieron, ahora tenía otros problemas, mucho más importantes, entre las manos.

No había que ser un genio que se pudiera deducir a quien me mirara, qué demonios hacía yo allí, con el pelo aún algo revuelto, en la habitación de un hombre, que encima es su hijo, y con una camiseta de él, como única prenda sobre mi cuerpo, sin contar la ropa interior, y las marcas claras que ese maldito había dejado sobre mi cuello, y