Está sentado tranquilamente en el sofá, con la televisión encendida en un partido de fútbol y una cerveza. Sus ojos brillan como cuando ha bebido mucho. Los recuerdos se sienten tan vívidos que comienzo a temblar. Esto ya lo he vivido demasiado; lo recuerdo como si fuera ayer, el mismo sabor a miedo y asco en la boca. Siento que nada ha cambiado. Es el mismo hombre que me ha atormentado por años. El hombre que me abusó.
El aire sale de mis pulmones, y el corazón me late tan fuerte que solo siento un pitido en mis oídos. El terror de que esto esté pasando de verdad y no sea una pesadilla me deja paralizada. James sonríe. Juro que le encanta verme así, hecha m****a por él.
—¿No vas a saludar a papá? —vuelve a preguntar. Suena infantil, casi inocente, y eso me llena de ira y miedo.
—¿Qué haces aquí? —pregunto, sacando fuerzas para hablar, tratando de que mi tono suene firme, aunque por dentro, y tal vez también por fuera, esté temblando del miedo. Nada de lo que he sentido nunca se compar