86. Él tiene que ver a su bebé nacer
Thiago Da Silva se sentía que no podía estar dentro de su propia piel. La culpa lo carcomía y el dolor y la angustia se habían hecho paso en su sistema hasta dejarlo sin aliento.
Se aflojó el nudo de la corbata y oteó el reloj en su muñeca.
Había pasado una hora desde que su hermana fue ingresada y allí nadie le daba una m4ldita respuesta.
— ¿Qué carajos pasa que nadie sale a informarme del estado de salud de mi hermana? — habló a nadie, enérgico, caminando de un lado a otro y capturando varias miradas curiosas.
En eso, el rumor de unos pasos tímidos y un particular aroma a flores frescas llegaron a él. Ladeó la cabeza. Era Alexia.
— Yo… yo traje café — le dijo ella, con una dulce voz que consiguió inquietarlo.
Jamás le había pasado.
No de ese modo.
Además, era la primera vez que la había escuchado a hablar o al menos dirigirle una mirada.
No le gustó lo que provocó ese insignificante gesto en él. No le gustó para nada.
— Yo no pedí nada — gruñó entre dientes, para entonces i