Capítulo 60. No te merecen
Cuando Isabella nota la presencia imponente cerca de ella, ya es tarde para disimular. Benedict no es tonto, sabe que está llorando de preocupación por algo.
—Isabella —dice con un tono más suave de lo habitual.
Ella intenta cambiar su expresión, borrar el rastro de tristeza que lleva en el rostro, pero es imposible. Si no deja salir lo que le está pasando, no podrá estar tranquila. No quiere parecer débil frente a él. Pero necesita ayuda.
Toma aire. Y por fin se atreve:
—¿Podrías prestarme dinero? —pregunta en voz baja—. Tengo algo urgente que resolver.
Benedict no responde al instante. La observa, midiendo cada palabra que sale de su boca. Ella interpreta el silencio como un rechazo. Y se rompe un poco más por dentro. Las lágrimas vuelven a salir, empapando su rostro. Trata de limpiarlas rápidamente, pero ya no puede detenerlas. El orgullo se le desmorona en ese momento. Y Benedict lo nota.
Algo en el interior de su esposo se tensa. Esas lágrimas le provocan un sabor amargo. Esa fam