Capítulo 47. Álvaro Arrabal
El beso entre Isabella y Benedict es brusco, pero al mismo tiempo apasionado. Por momentos le cuestas respirar. Cuando ella cree que él va a soltarla, su esposo intensifica el beso.
Solo por unos segundos consigue zafarse, pero Benedict la trae de nuevo a su regazo y la besa una vez más.
Cuando Isabella logra quitarse de encima de él, lo abofetea con mucha fuerza; sin embargo, Benedict no se inmuta. Su rostro pica, pero se aguanta. En ese momento, recuerda la vez que ella hizo lo mismo en su camioneta.
—Eres una… maldita… —gruñe.
Antes de que pueda terminar de decir la oración, Isabella le da otra cachetada con el puño cerrado, una más fuerte que la anterior. El sabor metálico de su sangre se esparce dentro de su boca, haciendo que frunza el ceño.
Decir que su actuar no lo sorprende, sería mentir descaradamente.
Benedict la agarra de la mano y de un tirón, la acorrala contra su escritorio, colocando su enorme cuerpo encima de ella.
—¡¿Por qué me mantienes a tu lado si tanto me odi