—¿Qué está pasando? —espeta Alba a su amiga, visiblemente molesta—. ¿No dijiste que todos estaban esperándome? ¡Es mi maldita fiesta de cumpleaños! ¿Qué significa esto? ¿Por qué nadie me presta atención?
Camina rápido, con pasos tensos, jalando a su amiga del brazo. La indignación se le nota en la cara. No puede entender por qué, al llegar al salón, en lugar de los flashes centrados en ella, la atención del público está completamente volcada hacia otra dirección. Hay prensa, cámaras, murmullos, pero nada de eso es para ella.
Empuja con cuidado —aunque no con mucha delicadeza— a un grupo que le bloquea la vista, y en cuanto entra a escena, lo ve.