AMELIA LEAL
— Te encontré.
Un gruñido sale de mis labios justo cuando unas manos me tapan la boca y doy un salto, sobresaltada.
— Tranquilo. — El tono áspero y malhumorado hace que cada vello de mi cuerpo se erice, lucho en busca de libertad mientras su mano libre se envuelve alrededor de mi cintura y me presiona contra su cuerpo.
Reconocería esa voz en cualquier lugar.
¿Qué esta haciendo él aquí?
Me saca de mis pensamientos cuando nos lleva a una pequeña habitación oscura y estrecha, acorralándome en lo que creo que esel armario de limpieza. Cierra la puerta y apoya mi espalda contra la pared. El espacio es prácticamente nulo, por lo que nos mantenemos a un dedo de distancia.
— ¡Qué mierda, Henrico! — grito, en cuanto retira su mano de mi boca, forzando mi visión para verlo en medio de la oscuridad.
— Puta traviesa, no me vengas a gritar, no. Quien va a hablar de esto, soy yo! — replica, prácticamente robándome el aire tan cerca.
Gruño, medio perdiendo la racionalidad ante su acercam