Pov Lilian
—Vamos levántate— dice el sujeto que acaba de tirarme al suelo.
—Creo que me lastime, espera— digo intentando lograr un poco de empatía.
— al señor no le gusta esperar— dice en un tono frio empujándome— Avanza
Toda la sensación de libertad que tenía hace unos momentos está esparcida en el suelo, comienzo a caminar siendo escoltada por lo que asumo son los hombres de Alonso, me guían a un quiosco todo esta iluminado con pequeñas luces, en el centro hay una mesa con una gran variedad de platillos y justo frente a mi esta Alonso.
— ¿Te divertiste? —dice en cuanto estoy justo frente a él.
Observo como sus ojos grises me escanean en silencio, me da asco, si estoy sucia y llena de barro, pero no sé porque su mirada se siente como si estuviera desnuda.
—Eres un maldito— contesto, y el asco me sale en voz baja.
—Sabes ma rebelle nunca me decepcionas — contesta ignorándome, siento su mano e intento alejarme, pero la herida en mi pierna provoca que cojee. —Ma rebelle —dice con una voz fría que me da miedo—. ¿Te lastimaron?
Me quedo totalmente callada, no sé porque, pero sus ojos me dan miedo, están fríos sin sentimiento y sin una pizca de humanidad dentro de ellos, nunca me había mirado así.
Aunque no respondo Alonso asume que sí, el guardia que me había tirado hace 5 minutos intenta decir algo, pero Alonso solo dispara dejando el arma en el suelo. El estallido retumba en mi cabeza antes de que comprenda lo que pasó; el guardia cae al suelo como un muñeco roto.
—Y aun te preguntas porque escape— digo en un susurro solo para mí, en este momento solo tengo mucho miedo. Puedo sentir mis manos temblando, el sonido del disparo aun está claro en mis oídos.
—Y tú, mi rebelde esposa —añade, acercándose de nuevo — has causado demasiados problemas por hoy— menciono acercándose a mi oído y susurrando— recuerda: si te portas mal te castigare
Lo último lo menciona mordiendo mi oreja.
—Aléjate— digo intentando empujarlo, pero es como un roble no se mueve para nada.
Alonso toma mi barbilla entre sus manos obligándome a mirarlo — La cena está servida, vamos a comer
Dice ofreciéndome su mano para avanzar, pero solo puedo ver el cuerpo tirado a un lado, ¿acaso planea comer después de terminar con la vida de una persona?
— ma rebelle — dice en cuanto ve que no me muevo — vamos — dice moviendo sus dedos, invitándome para que tome su mano. — Lilian — pronuncia mi nombre con un extraño tono ¿acaso se enojó? Creo que nunca lo había hecho enojar de verdad, al menos no como hoy.
Decido tomar su mano, pero solo porque no quiero recibir una bala, Alonso muestra una pequeña sonrisa triunfante mientras me guía al centro del quiosco invitándome a tomar lugar, aunque la mesa está servida con platillos muy llamativos, mi atención está en otro lado, en el cuerpo sin vida a solo unos centímetros de nosotros, aunque para Alonso es como si no existiera.
—ma rebelle — dice llamando mi atención, su voz es suave, tranquila y de alguna forma esa tranquilidad es escalofriante.
Alzo la mirada encontrándome con sus ojos grises, en su rostro no hay remordimiento, ni una pizca de culpa, como si terminar con la vida de alguien fuera algo trivial, Alonso no tiene ni una pisca de humanidad.
—Siéntate—ordena señalando la silla frente a mí.
—No puedo— respondo
—ma rebelle — dice con un tono frio— ¿Por qué no? — No respondo en su lugar desvío la mirada hacia el cadáver a unos pasos de nosotros.
—Oh— dice en cuanto sigue mi mirada y solo ladea la cabeza — si te incomoda solo no mires.
Su descaro me sorprende quiero responderle decirle mil cosas, pero las palabras simplemente no salen de mi boca, tengo miedo y ese miedo me impide responder.
En lo único que puedo pesar es en lo que pasara el día que deje de ser “su esposa” ¿me disparara a sangre fría? ¿comerá frente a mi cadáver? Sacudo la cabeza alejando esos pensamientos, la verdad no me interesa conocer la respuesta, ni ahora ni nunca.
—ma rebelle, no repito las cosas dos veces
Mis piernas tiemblan y finalmente me dejo caer en la silla, colocan varios platos de comida frente a mi y aunque su aroma es delicioso, lo único que quiero es vomitar, en cambio Alonso se sirve tranquilamente un pedazo de carne y lo corta con precisión, para él, es como si estuviéramos en el mejor restaurante de lujo no en una escena de terror.
—come— dice sin mirarme cortando otro trozo de carne.
—No tengo hambre— digo en un susurro.
Finalmente voltea a verme, no me mira con enojo o repulsión, pero su mirada me hiela totalmente la sangre, solo me mira un segundo antes de extender su tenedor con el trozo de carne, como un gesto íntimo entre parejas.
—yo te alimentare—dice y una pequeña sonrisa aparece en sus labios, no sé qué pensó al decir esas palabras, pero no creo que sea algo bueno, al menos no para mí.
No quiero, pero termino abriendo la boca. El sabor metálico de la carne me sabe a hierro, me sabe a pólvora. Tomar ese trozo se siente como si hubiera perdido mi libertad, él sonríe satisfecho, como si acabara de ganar un juego y de alguna forma se siente así, solo que un paso en falso podria terminar con mi vida.
—Así me gusta, ma rebelle —susurra, limpiándose los labios con una servilleta—. Algún día entenderás que resistirte solo hace las cosas más… entretenidas.
Ahora más que nunca debo de encontrar la manera de escapar una en la que nunca tenga oportunidad de encontrarme.