171. Cuando el destino tiembla.
Nos quedamos completamente paralizados en el lugar, al menos que Samuel y yo, porque mi hermano al parecer ya tenía lo suficientemente experiencia como para enfrentarse ese tipo de situaciones. Aprovechando que el hombre seguía gritándonos en francés y que él posiblemente no entendía nuestro español, nos dijo Samuel:
—Cuando le dispare tú tomas la escopeta —le dijo de inmediato.
Y el científico asintió, aunque no sabía muy bien cómo iba a hacerlo. Entonces mi hermano comenzó a levantar ambas manos, para indicarle al guardia de seguridad que nos estaba apuntando que estaba a punto de rendirse, y solamente tuvo un segundo de oportunidad en la que el hombre bajó por un segundo más de lo normal el arma, y mi hermano le dio un disparo en el hombro que hizo que la escopeta se cayera de sus brazos.
No hubiera sabido qué hacer, pero al menos Samuel tuvo los reflejos para salir corriendo, darle una buena patada en la cara al guardia, dejándolo prácticamente inconsciente en el suelo, y agarramo