Cap. 241: Una esposa fugitiva. Un abogado prohibido.
Cap. 52: El escape.
Veinticuatro horas después.
Aria y Axel se habían ido a descansar en un sitio seguro que consiguieron los escoltas, durmieron unas horas, se bañaron, cambiaron, comieron algo ligero y regresaron al hospital.
Apenas ingresaron el médico los recibió con buenas noticias: Lucrecia había despertado, pero ahora pedía hablar con ellos.
El médico autorizó la entrada solo de Axel, Lucrecia entre agitada débil y nerviosa solicitó dar su testimonio ante las cámaras temía por su vida y estaba decidida a declarar todo lo que sabía.
Horas más tarde. El zumbido tenue del generador eléctrico era lo único que interrumpía el silencio cargado de tensión. En la habitación improvisada, Lucrecia seguía conectada al suero, aún débil, pero con el rostro más firme que horas atrás. Aria permanecía a un lado, sentada en una silla de metal, sujetando su chaqueta entre las manos para calmar los nervios. Axel se movía cerca de la camilla, ajustando el trípode de una pequeña cámara sobre u