Cap. 237: Una esposa fugitiva. Un abogado prohibido.
Cap. 48: Él no tiene cabida en este lugar.
Aria despertó envuelta en un aroma masculino y cálido, con el pecho de Axel sirviéndole de almohada, su brazo rodeándola como si aún durmiera aferrado a ella por instinto. El sol se colaba tímidamente entre las cortinas, acariciando la piel desnuda de ambos. Aún sentía el cuerpo tembloroso, sensible, como si cada parte de ella lo recordara.
No sabía cuánto tiempo llevaban así. Solo sabía que no quería moverse. Que no quería olvidar.
—Buenos días —murmuró Axel con voz ronca, acariciándole la espalda desnuda con una ternura que la desarmó—. ¿Dormiste bien?
Ella asintió contra su pecho, sin abrir los ojos.
—Sí… —susurró—. Muy bien.
Guardaron silencio. Solo se oía la brisa, el canto de un gallo lejano, el leve crujido de la cama.
—Axel… —rompió ella con voz baja, temblorosa.
—¿Qué pasa?
Aria alzó el rostro apenas. Tenía los ojos húmedos, pero no de tristeza. De algo más profundo, más liberador.
—Quiero que sepas que… contigo fue la primera vez qu