Cap. 234: Una esposa fugitiva. Un abogado prohibido.
Ella le mostró el papel. Él lo leyó rápido, y su mandíbula se tensó.
—Esto confirma lo que sospechaba… —murmuró—. Nos están siguiendo, Aria.
Ella tragó saliva, sintiendo que las miradas se clavaban en su nuca.
—¿Crees que sea una trampa?
—Puede ser. O puede que tengamos un aliado… —respondió él, tomándola por la cintura para abrirse paso entre la multitud—. De cualquier forma, debemos movernos rápido y con cuidado.
Axel esperó a que Aria subiera a la camioneta antes de dar la vuelta y tomar el asiento del conductor. Encendió el motor con un movimiento preciso.
—¿Cuál es el pueblo más cercano? —preguntó, su voz grave y controlada.
Aria lo miró un instante, intentando descifrar qué pasaba por su cabeza.
—Hay varios pero podemos ir a San Francisco del Rincón.
Él asintió y, sin apartar la vista del frente, buscó el nombre en el mapa del GPS. El aparato marcó la ruta y, de inmediato, Axel giró el volante para tomar una calle lateral que los sacaba del centro.
—¿Qué planeas? —preguntó Aria