Cap. 152: Y quiero un esposo americano.
El lugar era un rincón de lujo exótico en medio del caos urbano: cortinas de terciopelo burdeos, lámparas de cristal con arabescos dorados, incienso en el aire y una música suave que parecía deslizarse por los pasillos como humo.
Nathan irrumpió con el ceño fruncido y el paso firme. Sus zapatos resonaron contra el mármol negro, contrastando con el ambiente apacible. Iba impecablemente vestido, pero sus ojos no traían paz. Buscaban. Exigían. Quemaban.
Se dirigió directo al maître, un hombre de piel cobriza y expresión refinada.
—Buenas noches, señor. ¿Tiene reserva?
—No. Busco a una mujer. Estatura media, piel trigueña clara, cabello castaño con rizos largos. Ojos grandes. Posiblemente sola. ¿La ha visto entrar en la última hora?
El hombre frunció los labios, pensativo.
—Lo lamento. No hemos recibido a nadie con esas características esta noche.
—¿Y alguien preguntó por una reserva a nombre de Zayn al-Malik?
El maître negó con la cabeza.
—No, señor. Ninguna reserva con ese nombre. Ni in