El aire fresco golpeó sus rostros como una caricia después de una tormenta. April y Logan salieron tomados de la mano, con Axel detrás, y por un instante todo se sintió en pausa. El sol resplandecía como si el mundo también celebrara la justicia alcanzada.

A unos metros, junto a una de las columnas de mármol, Margaret los esperaba.

—Logan —dijo ella con la voz más suave de lo habitual, casi suplicante—. April… yo solo… quería hablar con ustedes.

Axel puso los ojos en blanco y murmuró sin rodeos:

—La bruja al ataque.

—Axel —susurró April, reprimiendo una sonrisa.

Margaret fingió no escucharlo. Dio un paso más.

—Sé que no tienen motivos para perdonarme. No lo espero. Pero… solo quiero pedirles una cosa.

Logan la miró con dureza. Ya no era el hijo que ella solía manejar a su antojo. Era un hombre completo, marcado por la traición, pero también por el amor y la lucha.

—Habla —dijo él sin suavidad.

—Déjenme ver a los niños. No como la mujer que fui. Solo como alguien que quiere conocerlos