Mientras tanto, otro monovolumen negro circulaba sin problemas por la carretera y llegó a la mansión de la familia Springsteen en menos de 20 minutos.
—Amo Carter, gracias por enviarme a casa —dijo Lily con una dulce sonrisa.
—De nada —respondió con frialdad.
Lily notó la mirada de mal humor y asumió que era por la vergüenza de Sylvia, así que salió del coche sin decir nada.
Buenas noches, amo Carter.
Lily lo saludó con la mano y luego se dirigió a la casa.
El coche se alejó tan pronto como ella entró.
Estaba tranquilo dentro del coche. Los ojos del hombre estaban pegados al frente y su expresión era helada como de costumbre.
Echó un vistazo a su reloj impacientemente.
Pasaron más de 20 minutos desde que salieron del hotel y como esa mujer vivía cerca de la Academia de Arte, ya debería haber llegado a casa.
Sacó su teléfono y le envió un mensaje de texto.
El último mensaje que recibió de ella fue que ella lo actualizó sobre la tarea de los niños.
Unos segundos