Liam permaneció inmóvil en el asiento trasero, con una expresión intensa que sugería que estaba de mal humor.
Caprice, cauteloso de no invadir su espacio personal, se aseguró de mantener una distancia razonable.
En cierto momento durante el viaje, al observar el comportamiento persistentemente sombrío de Liam, ella susurró:
—Liam, lo siento.
Liam, con una mirada perpleja, preguntó:
—¿Por qué te disculpas?
Ella respondió sombríamente:
—No sabía que me estabas esperando. Supuse que ya te habías ido a trabajar. Debí haberme ido contigo para evitar que tuvieras que esperar.
Pensando que su irritación se debía a haber esperado en el auto, la suposición de Caprice profundizó las líneas en la frente de Liam, y se hundió en un silencio solemne.
Caprice interpretó este silencio como una confirmación de su suposición y se arrepintió de haberlo molestado, suponiendo que lo consideraba una pérdida de tiempo. Mantuvo una postura rígida y el resto del viaje transcurrió en silenc