La preocupación de Sylvia persistió, llevándola a permanecer al lado de la cama de Madame Carter, escuchando los recuerdos de la anciana. Las historias de la infancia de Odell fueron contadas con tanta viveza que parecían tan frescas como ayer. Continuó hasta que el cansancio la venció y se durmió.
Finalmente levantándose de su asiento, Sylvia salió de la habitación.
En ese momento entró un hombre elegantemente vestido con su traje.
Cuando vio a Sylvia salir de la habitación de Madame Carter, se mostró bastante aprensivo. Acercándose a ella, le preguntó:
—¿Cómo está la abuela?
Sylvia le ofreció una sonrisa tranquilizadora.
—Está bien. Está descansando.
Su nerviosismo permaneció oculto bajo la superficie.
Sylvia lo miró con ojos cristalinos.
Al darse cuenta rápidamente de su expresión peculiar, tocó suavemente su brazo y preguntó:
—¿Por qué me miras así?
—La abuela compartió mucho sobre su pasado.
Odell entrecerró los ojos.
—¿Qué mencionó ella?
Dando un p