Marina.
La opresión en el pecho no me dejaba en paz. Había estado sintiéndolo desde un momento atrás, por ello decidí entrar al baño y poder respirar.
Me sostuve del lavabo, dando respiraciones profundas, metiéndome en la cabeza que todo estaba bien, mis bebés debían estarlo. No podría significar que corrían peligro. Me negué a creerlo de esa forma, así que remojé mi cara, amarré mi cabello y me mentalicé en que nada podría ir mal.
Aunque la sensación de ser atravesada por una estaca no se fue.
__ Marina, al fin estás sola. - giré sobre mis talones para ver, a la defensiva, el hombre que cerró la puerta atrás de mí.
__ ¿Que haces aquí, Víctor? - me apresuré a preguntar, presa del temor que verlo de nuevo, causó. - ¿Como hiciste para entrar?
__ Marina, linda...
__ No me toques. - retrocedí cuando lo intentó una segunda vez. - ¡Craig!
__ Guarda silencio. - puso el dedo sobre sus labios.
__ No lo haré. Quisiste terminar con mi embarazo, no te acerques. - puse las mano al frente.
__ F