Capítulo 107. Mi verdugo

Adelaide por fin llegó.

Egil cierra los ojos esperando a que ella se acerque. Sus pasos son tan sutiles que apenas pueden oírse en el profundo silencio de la habitación. Oye un suspiro muy cerca de él que lo tienta a abrir los ojos, pero aún no es tiempo.

Algo se remueve a su lado. Luego un balbuceo de su hija y el rechinar del sillón. Solo debe esperar un poco más y ella será nuevamente suya.

Adelaide deja un beso suave en la frente de su hija, quien está despierta esperando por ella. Eleonor balbucea muy feliz al ver a su madre.

La toma en sus brazos y camina hasta el sillón para liberar su pecho inflamado y alimentar a su hija, quien ya se encuentra ansiosa por su leche.

Eleonor succiona con ahínco mientras mira a su madre fijamente. Madre e hija comparten un momento largo y maravilloso después de estar separadas por un día entero.

Adelaide se da cuenta de la canasta llena de frutas en la mesa y su estómago empieza a gruñir. La angustia no la ha dejado alimentarse correctamente de
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