89 El peligro asecha

Más tarde Amelia fue a la habitación de Pedro a explicarle todo. Lo encontró acostado en su cama, le pareció extraño que lo hubiera hecho a esa hora.

—¿Papa te sientes mal?

—Solo me siento cansado. —Tenía el semblante serio y distante, Amelia en sus adentros no podía concebir que su padre estuviera enojado con ella.

Pensó:

—No puedo decirle toda la verdad, se angustiará mucho si se enterara de que he estado usurpando a Silvia, y peor aun si le digo que ella es la mujer de un mafioso.

Pedro sin establecer contacto visual con ella dijo:

—¿Eres la querida de ese hombre? —Amelia sintió que la cara se le quemaba.

—No papá.

—¿Entonces por qué Rosalía los vio besándose? —Amelia se quedó muda, no sabía cómo explicar, Pedro frunció el ceño.

—A eso te fuiste de regreso a la capital? A quedarse con ese tipo? Has perdido la vergüenza, tu novio ha estado esperándote todo este tiempo, trabajando y arreglando la casa para vivir los dos con mi nieto, mientras que mi hija hace lo contrario y anda com
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